Hoy me vais a permitir que os cuente la historia de este dulce. No, no la real, si no la mía.
Bien sabido es, por todos aquellos que me rodean, que soy una enamorada de la cocina árabe, de sus aromas, sabores, presentaciones y su vida. Porque la cocina del Magreb tiene mucha vida, se le dedica gran parte de la jornada y se cocina con amor y devoción, es una cocina para compartir, para comer con las manos, con mucha gente y con mucho tiempo.
Por eso y porque la pluralidad me engancha, os traigo este dulce en plena Navidad.
Esta «serpiente dulce» se suele preparar para el día de la madre, y se degusta en muchos hogares árabes durante el Ramadan, pues es un postre con un enorme aporte energético (y calórico), tras todo un día de ayuno. Hace tiempo que deseaba hacerlo en casa, pero como por internet hay muchas recetas publicadas sobre el mismo y la mayoría son muy parecidas, lo he ido relegando en una página olvidada de mi agenda.
Hasta que hace unos días, estando en un centro comercial de compras navideñas, me topé con un puesto de dulces árabes. Un disfrute para todos los sentidos ver con qué delicadeza estaban confitando frutas, montando bandejas de alturas imposibles con frutas secas y explicando a todo el que quisiera saber más, como y de donde procedían los reposteros y las recetas de los dulces.
Me enamoré de las bandejas de Maamoul (galletas rellenas de dátiles), de los chamiat: unos dulces de pistachos de la zona del Libano, de los Kounafa, unos rollitos preparados con pasta ktaif que aún no he probado, y me encantaron las frutas confitadas y los caramelos naturales de fruta y zumos recién exprimidos.
Había muchísima gente en aquel puesto y yo llevaba un poco de prisa, así que en vez de quedarme a comprar algunos dulces, recordé la receta del m´hanncha o pastel de serpiente marroquí que seguía escrita en una hoja de mi caduca agenda y decidí que era hora de ponerla en práctica.
Como os decía antes, es una receta que suele prepararse para el día de las madres, y en Noche Buena, en mi casa, además de celebrar el inicio de la Navidad, es el cumpleaños de mi abuela, y creo que este dulce le va a encantar, pero claro está… primero había que probarlo en casa. ¿Os imagináis que la repostera oficial de la navidad en mi casa aparece con un mal pastel en los postres? Me llevaría un disgusto en toda regla, así que, como siempre, con algunas modificaciones a gusto de los míos y contando los días para las vacaciones de Navidad, hoy os dejo un dulce delicioso (con mayúsculas) para estos días, para regalar o compartir, y sobre todo, para disfrutar de la mejor sobremesa.
Espero que os guste!
INGREDIENTES:
8 láminas de pasta filo
200 gr azúcar glass
250 gr almendra molida
200 gr mantequilla con sal
2 huevos L
100 gr pistachos pelados y picados
Ralladura de 2 limones y 1 naranja
2 cucharadas de agua azahar
1 Cucharada de mantequilla y 1 de leche para pintar
Comenzamos preparando todos los ingredientes, tamizamos el azúcar glass, dejamos los huevos a temperatura ambiente, ablandamos la mantequilla calentándola unos segundos en el microondas sin que se derrita y picamos los pistachos. Yo los he machacado un poco en un mortero, para que los trozos sean desiguales y no muy pequeños, que nos los encontremos al morder el pastel, pero si queréis hacerlo más fino, no hay problema.
Lavamos los limones y la naranja y rallamos la parte coloreada de la piel.
He aprovechado para estrenar mi nueva amasadora, pero se puede preparar la masa mezclando a mano, sin ningún problema.
En un bol ponemos la mantequilla blanda y el azúcar glass, lo amasamos hasta tener una crema blanca espesa, sin grumos.
Añadimos los huevos de uno en uno, primero un huevo y mezclamos hasta que esté totalmente integrado y después el siguiente. Cuando los huevos estén integrados os parecerá que la masa se ha cortado, con unos pequeños grumos algo feos, pero no os preocupéis que vamos bien.
Añadimos la almendra molida y volvemos a mezclar hasta incorporar a la masa.
El siguiente paso es añadir los pistachos picados, las ralladuras y el agua de azahar. Volvemos a mezclar sin sobre batir, hasta que estén todos los ingredientes integrados en una masa espesa y pegajosa.
Ahora toca darle forma al pastel, para lo que necesitamos una superficie bastante larga. Yo lo he montado en la mesa del salón, como podéis ver.
Sacamos el paquete de pasta filo de la nevera y lo abrimos (antes no, pues la masa se secaría y se nos rompería al montar el pastel), y colocamos las láminas en una larga fila, montando cada lámina de pasta filo sobre la anterior, hasta la mitad de la misma, más o menos. La idea es que en toda la zona donde vamos a poner relleno, haya al menos, dos capas de pasta filo.
Como es más fácil entender el proceso en imágenes que con palabras, vamos a ello:
Repartir el relleno en forma de rulo a lo largo de toda la fila de masa, dejando sin rellenar los extremos.
Doblar los extremos vacíos hacia dentro,sobre el relleno y después doblar la pasta de un lateral hacia el extremo opuesto, para ir envolviendo el relleno.
Ahora repetimos doblando la masa hacia el sentido contrario.
Cuando nuestra pasta filo tenga el aspecto de una larga serpiente, la enroscamos sobre si misma, para darle forma de un caracol.
Colocamos sobre una bandeja de hornear, pincelamos con la cucharada de mantequilla derretida mezclada con la de leche y horneamos con calor arriba y abajo durante 40 minutos a 180 grados.
Os recomiendo que cubráis el pastel con film al principio y lo destapéis cuando falten unos 15 minutos para terminar el horneado, para que se dore por arriba y no se queme.
Este dulce se puede consumir templado, pero el relleno estará un poco blando, por lo que os recomiendo dejarlo enfriar a temperatura ambiente y espolvorear con un poco de azúcar glass por la superficie antes de servir.
Se conserva perfectamente en una lata bien cerrada a temperatura ambiente, y sus sabores se intensifican al día siguiente de su elaboración.
Buen provecho!
Nota: la receta original de este dulce, se prepara con la misma cantidad de azúcar, almendra molida y mantequilla, y cada 125 gramos de estos ingredientes debemos incorporar un huevo. Es decir, para 2 huevos, la masa llevaría 250 gr de almendra, 250 gr de azúcar y 250 gr de mantequilla, para mi gusto, estas cantidades son demasiado dulces y grasas, pero si sois adictos al azúcar… no dudéis de usar las cantidades originales.
Además, antes de enrollar la pasta filo, se pueden repartir pétalos de rosa o alguna otra flor comestible sobre el relleno.
¡Qué buena pinta tiene! Me encanta este postre, lo tengo que hacer sin falta en casa que va a causar sensación 🙂
Un beso y felices fiestas.
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Gracias Carmen!! Feliz Navidad y un beso enorme!!
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Yo también estoy enamorada de la cocina árabe… y de los pistachos… y de las pastelas y rollos de filo… uf! Me la quedo.
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Gracias por compartir esta receta, yo no la sabia.
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Gracias a ti y a todos los que dedicais un ratito a leerme!!
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La repostería árabe es de otro mundo. Me encantan las combinaciones de sabores que hacen, utilizando especias que en la comida europea suelen ser reservadas para platos salados. Hace años compramos en un puesto de una feria medieval unos pastelitos que se nos saltaron las lágrimas de lo ricos que estaban.
Me apunto tu receta. 🙂
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Qué buena pinta. A mi también me chiflan los dulces Árabes y tengo muchas ganas de preparar la baklava. A ver si me animo con el tuyo también, imagino que estará buenísimo!
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La verdad es que nos ha gustado mucho en casa, es un dulce diferente a los bizcochos y tartas que suelo preparar y me ha sorprendido que guardado en una lata se conserva crujiente un par de dias! Un beso.
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¡¡Hola Noelia!! Había visto esta receta en varios blogs, como bien dices. Pero ya sabes, muchos son los blogs que no ponen fotos del paso a paso o por lo menos de alguno de los pasos claves, y ahora, ver tu paso a paso con esa larga tira de pasta brick me ha impresionado. Y es que es cierto que una imagen vale más que mil palabras. Creo que a todos nos ha quedado bastante claro, y con ganas de hacerlo y probarlo. A mi también me gustan estos sabores tan aromáticos y especiados, sobre todo en la repostería dulce. Es bien cierto que es un postre calórico, pero consumido en su justa medida, es todo un placer degustarlo. También lo veo un dulce muy bueno para navidad, ya verás como en tu casa no dejan ni las miguitas, vamos, como si lo llevo yo a la mía, que ¡¡ni rastro dejan, ja, ja!! Besitos.
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Gracias Isa! Es un dulce más rápido de preparar que de explicar y la verdad es que nos ha encantado, lo repetiré pero para el día de Navidad, porque sacia muchísimo y creo que es ideal para tomar un bocado con el café y con un buen té moruno, ya puestos! Besitos!!
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