Nos encontramos en plena Semana Santa, es decir, en primavera, con la mayoría de la población de vacaciones (eso no implica estar de viaje) y todos disfrutando de distinta forma estas fechas.
A pesar de vivir en una de las provincias donde la festividad de la Semana Santa (la litúrgica) es más celebrada y seguida, yo no soy muy amante de esta fiesta. No tengo paciencia para pasar horas en una calle abarrotada viendo cientos de nazarenos en estación de penitencia, seguidos de una imagen y una banda de música.
Pero como esta fiesta no es solo religiosa… hay muchos aspectos de la misma que si comparto, admiro las tallas e imágenes que procesionan por las calles (aunque no pase mucho tiempo viéndolas, el realismo de cada uno de los rostros creados; los laboriosos mantos bordados, los preciosos ramos de flores con las que se cubren los atriles y palios; alabo la paciencia y la devoción de aquellos que durante horas cumplen con la estación de penitencia; la semana de vacaciones que los niños disfrutan sin tener clase y el paréntesis en el trabajo para muchos a los que las vacaciones de verano aún quedan muy lejos.
Y me encanta el cumplimiento, sin obligación alguna, de las tradiciones familiares de estos días: la reunión de todas las mujeres de mi familia en la cocina, elaborando kilos de pestiños que harán la delicia de la merienda durante unos días (para la familia y los vecinos), la cara de satisfacción de mi tía al poner en la mesa una bandeja de torrijas echas a escondidas para el posterior deleite de todos, la cena fría a base de empanadas, tortilla de patatas y ensaladas para la cena del Miércoles Santo (día de procesión en mi pueblo), el potaje de garbanzos con bacalao para el almuerzo familiar del Viernes Santo, las monas de pascua que los niños merendarán el próximo lunes en la plaza, acompañadas de una taza de chocolate caliente que el ayuntamiento ofrece a los vecinos.
Como veis, casi toda mi relación con la Semana Santa está unida a un plato o comida típica de estas fechas, y como nunca he tenido demasiado claro hasta qué día -se supone- no debemos volver a comer carne, hoy vamos a preparar un pastel que no lleva carne ni pescado, y que para peor descripción, puedo decir que es salado pero dulce.
Espero que os guste!
INGREDIENTES:
Mermelada:
300 gr de fresas
300 gr de mermelada
300 gramos de azúcar
1 cucharada sopera de sal
zumo de medio limón
Para la masa:
1 huevo XL
125 ml nata para cocinar
4 cucharadas soperas de aceite
3 cucharadas de leche
1 cucharilla de café de sal
1/2 cucharilla de sal
240 gr harina
Para el relleno:
un manojo de cebollitas frescas
125 gramos de crema de queso camembert
5-6 cucharadas de mermelada
sal- pimienta negra molida
- Mermelada
Lavar, secar y pelar los tomates, quitar las pipas y trocear a dados muy pequeños.
Lavar y secar las fresas, quitarles el tallo y trocear del mismo tamaño que los tomates.
Colocar todos los dados en un cazo con el azúcar, una cucharada de sal y el zumo de medio de limón.
Poner el cazo a fuego medio- bajo y cocinar durante una hora aproximadamente, removiendo de vez en cuando para que no se pegue y retirando del fuego cuando la mermelada tenga la textura deseada. Reservamos.
2. Masa:
Mezclar en un bol el huevo batido, el aceite, la leche y la nata.
En otro recipiente mezclar la harina tamizada con la sal y la levadura. Añadir la mezcla líquida y amasar con la ayuda de una espátula hasta que la masa se despegue del molde. Seguirá siendo un poco pegajosa en las manos, pero tendrá un aspecto liso y sedoso.
En este momento enharinamos un molde bajo para cakes y extendemos la masa forrando el interior y los bordes. Pinchamos el fondo de la masa con un tenedor para que no suba mucho al cocinarlo. Reservamos tapada con un paño.
Precalentamos el horno a 200 grados con calor arriba y abajo.
3. Relleno:
Limpiamos, lavamos y secamos bien las cebollitas tiernas. Las picamos en rodajas y las pochamos en una sartén con 2-3 cucharadas de aceite de oliva hasta que estén tiernas.
Sobre la masa de la tarta vertemos el queso cremoso, de forma que cubra todo el fondo.
Encima esparcimos las cebollas tiernas y salpimentamos.
Cubrimos todo con la mermelada.
Horneamos durante 20-25 minutos.
Podemos servir caliente o comer fría, de las dos formas es igualmente delicioso.
Nota: Si queréis hacer este pastel de forma rápida y sin complicaciones, podemos utilizar una base de masa quebrada fresca, que ya venden preparadas en el supermercado, poner la cebolla que más nos guste: chalote si lo queréis más picante, o cebolla dulce si preferís intensificar este sabor y en vez de mi mermelada casera, utilizar confitura de tomate y unas fresas cortadas en rodajas. No quedará igual de sabor que el casero pero es una forma rápida de hacer el mismo pastel.
Buen provecho!
Una forma diferente de entender la Semana Santa, relacionandola con comidas tradicionales. Yo normalmente en estas fechas huyo a donde menos procesiones haya en el mundo, jajjaja. Aunque al final siempre acabo viendo alguna, como la de hace algunos años en Reykjavík, o la de este año en Alemania, jajjaa, aunque claro, no tienen ni punto de comparación.
Espectacular el pastel de cebolla y queso que te has marcado, me parece super original añadir la mermelada, creo que son sabores que casan muy bien.
¡Abrazos!
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Gracias!! Unos lugares espectaculares para «no ver» semana santa. Yo he huido a la playa más cercana con los amigos, sin faltar a las citas familiares. Me alegro que te guste el plato!!
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¡¡Hola Noelia!! Ya estoy de vuelta de mis vacaciones y aquí estoy viendo qué me he perdido. ¡¡Y con lo que me gustan a mi los sabores agridulces!! Además, estos pasteles salados (bueno, en este caso mezclado), me encantan. Yo me lo comería tibio, pero no le haría ascos de ninguna manera, ja, ja. Creo que pudiendo hacer la masa casera no la cambio por la comprada, pero es cierto que a veces, podemos echar mano de la masa comprada sin problema y ahorrarnos un tiempo que no siempre tenemos.
Yo tampoco soy nada de procesiones, vamos, es que ni me gustan, aunque las respeto, faltaría más. Afortunadamente, donde vivo no hay casi, o simplemente no hay. Por esta zona, la semana santa son días de salir de turismo rural o salir al campo a comer, los que no han podido irse fuera. Nosotros nos hemos marchado a la ciudad, pues al fin y al cabo, ya vivimos en un pueblo y no necesitamos marcharnos a otro. Valencia está muy tranquila en estos días y es una gozada poder pasear por ella tranquilamente, ir al cine sin prisa y hacer compras sin colas ni agobios. ¡¡Qué pena que ya se hayan acabado!! Besitos.
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Hola Isa!! Estas vacaciones siempre se hacen cortas, me alegro que las hayas disfrutado. Nosotros hemos estado en Cádiz, en la playa, pues además del buen tiempo en las zonas de playa hay menos trasiego de hermandades e incieso y se puede hacer turismo!! Besitos.
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Pintaza!!!!Tiene que estar increíble…
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Que rico, esta mezcla me parece genial, tiene una pinta deliciosa guapa xDD
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Gracias Maribel!!!
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La combinación de dulce-salado ¡me gusta, me gusta! Se ve increíble 😉 😉
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Gracias guapa!! En casa también gusta mucho la mezcla dulce-salado!! Un beso.
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¡Qué apetecible!
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Gracias Alberto!!
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Hola Noelia!
Qué buena pinta!
Me encanta lo de unir a la familia en torno a la cocina y una buena mesa.
Un beso y Felices Pascuas.
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Gracias Patri!! Supongo que las excusas para quedar, cocinar y comer en familia, bañado con un puñado de risas es de los mejores momentos que tenemos. Besicos!!
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¡Wow nena qué pinta más deliciosa! Otra receta que se suma a mi lista de pendientes… jaja Besos!
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Gracias guapa!!! La mezcla ha sido todo un acierto. Si lo pruebas me cuentas que tal! Besitos
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